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jueves, 3 de mayo de 2012

Los Pensamientos Son Cosas

Los Pensamientos Son Cosas





Fortuna y libertad financiera
2do Curso: LOS PENSAMIENTOS SON COSAS.
Segunda parte: Aproximación al pensamiento de Napoleón Hill (1883-1970).
Comenzaremos a develar el secreto que le transmitió Andrew Carnegie a Napoleón Hill en la famosa entrevista de 1908. Primeramente transcribiremos una síntesis apretada de la misma para que puedan hacer un balance y relacionarlas con algunos de los grandes preceptos que nos ha transmitido Robert Kiyosaki y que figuran en los anteriores artículos que hemos publicado en Club Privado de Inversión.
Antes, una pequeña anécdota de otro genio que también ayudo a correr el velo e indicaba que los pensamientos son cosas.
Increíble, en 1913 Tomas Alba Edison ya había construido un auto eléctrico y pronosticaba que el petróleo no alcanzaría para cubrir las necesidades del formidable crecimiento industrial.
Cuenta Napoleón Hill en su libro "Piense y hágase rico" el dialogo que tuvo con Carnegie.
"Hace algunos años, Edwin C. Barnes descubrió lo cierto que es que los hombres realmente piensan y se hacen ricos. Su descubrimiento no surgió de pronto, sino que fue apareciendo poco a poco, empezando por un ferviente deseo de llegar a ser socio del gran Tomas Alba Edison.
Una de las características principales del deseo de Barnes es que era preciso, muy puntual y especifico. El quería trabajar con Edison, no trabajar para Edison, Barnes quería ser socio de Edison.
Continua Carnegie, Sr. Hill, fíjese con detenimiento la descripción de cómo Barnes fue convirtiendo su deseo en realidad, y tendrá una mejor comprensión de los principios que conducen a la riqueza. Cuando esta idea apareció por primera vez en su mente, Barnes no estaba en posición de actuar según ese deseo, o impulso del pensamiento. Dos obstáculos enormes se interponían en su camino. No conocía para nada a Edison, y segundo no tenía bastante dinero para pagarse el pasaje en tren hasta Orange, New jersey. Estas di?cultades hubieran bastado para desanimar a la mayoría de los hombres en el intento de llevar a cabo el deseo. ¡Pero el suyo no era un deseo ordinario!

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